Prueba Volkswagen Polo Highline 2022

29 de mayo de 2022 - 7:32 pm

El hatchback brasileño fue renovado el año pasado con novedades para el exterior y el equipamiento de confort y seguridad. A prueba la versión “full”, con motor de 110 caballos y caja automática.

BARRA NOTAS 3

Texto y fotos: Gastón Vanini.

Con el lanzamiento de la generación actual del Polo realizado en enero de 2018 (leer), Volkswagen Argentina comenzó la renovación de sus modelos del segmento B (en ese momento aún estaban disponibles el Gol Trend y el Fox).

Fabricado en Brasil con la plataforma MQB, el hatchback luego estuvo acompañado por el Virtus (el sedán de la gama), el T-Cross (SUV) y el Nivus (SUV o crossover con estilo coupé); todos comparten la estructura modular y otras características.

El Polo fue renovado el año pasado (informe) con novedades para el exterior y el equipamiento de confort y seguridad. La gama actual está compuesta por las versiones 170 TSI, MSI, Highline (la que probamos) y GTS, la opción deportiva también presente en la familia del Virtus (prueba).

Durante los más de cuatro años de presencia en la región, el hatchback no tuvo cambios en el diseño que, por su estilo sobrio, se mantiene vigente. Sin embargo, la marca ya lo renovó en Europa y en el futuro también lo actualizará en Sudamérica.

El sector frontal incluye las conocidas ópticas con luces halógenas acompañadas por la parrilla con líneas rectas y delgada barra cromada y el paragolpes que aloja a las luces LED diurnas y antiniebla, unidas en el mismo sector.

En los laterales tiene espejos con el color de la carrocería y luces intermitentes, además de marcadas molduras rectas entre la línea de cintura y las manijas. La novedad del sector son las nuevas llantas de aleación con dos colores, que estrenaron diseño y tamaño: 17 pulgadas en reemplazo de las originales de 16”. Por su parte, la zona trasera se destaca por su diseño simple; siempre me pareció atractivo.

Con dimensiones compactas ideales para la ciudad y los estacionamientos, el Polo incluye 4.057 milímetros de largo, 1.751 de ancho, 1.466 de altura y 2.565 de distancia entre los ejes.

El diseño es agradable y está alineado con el de los otros modelos de la marca para el segmento B. Incluye plásticos rígidos con una calidad general -acorde al segmento- que es compensada con la presencia de dos colores y los apliques negros brillantes. Además, el tablero de la versión Highline es completamente digital y ofrece muchas posibilidades de configuración que incluyen el velocímetro y el cuentavueltas con un atractivo diseño que simulan los instrumentos con aguja.

La zona central del panel de a bordo tiene una orientación hacia el conductor; allí está otra de las novedades del modelo: la pantalla táctil de 10 pulgadas perteneciente al nuevo sistema multimedia VW Play. Es rápida, ofrece buena calidad de imágenes y está acompañada por diversos comandos táctiles, por ejemplo, para abrir el baúl y desactivar el sensor de estacionamiento. Más abajo está el práctico climatizador automático, que afortunadamente sigue teniendo comandos físicos, pero ofrece sólo una zona.

Con cuero y levas de caja, el volante multifunción brinda buen tacto y, gracias a sus regulaciones de altura y profundidad, contribuye para lograr una buena posición de manejo, también posible con la regulación de altura de la butaca, algo firme y con agradable tapizado de cuero sintético.

En las plazas traseras sobra el espacio para la cabeza y las piernas si el pasajero de adelante es generoso, mientras que en el lugar izquierdo depende de la altura del conductor; con 1,78 metros, el lugar es justo. El asiento es cómodo, incluso en la plaza central (más blanda), y sus respaldos se pueden bajar por tercios. Además, se valora la presencia de las salidas de aire y el puerto USB.

Con 300 litros, el baúl posee una buena capacidad para el segmento. Debajo de su piso está la rueda de auxilio temporal; no es la mejor propuesta porque posee llanta de acero de 14” y neumático con medida 175/70.

Además de lo mencionado anteriormente posee cierre centralizado de puertas a distancia, levantavidrios eléctricos en las cuatro puertas (con un toque y accionamiento global desde la llave), computadora de a bordo, control de velocidad crucero, espejos eléctricos y Tilt Down (el derecho baja cuando se coloca la marcha atrás), encendido automático de luces y limpiaparabrisas, espejo interior automático, apoyabrazos central delantero, acceso sin llave, encendido de motor con botón y selector de caja y palanca de freno de mano con cuero.

El Polo 2022 estrenó el sistema multimedia VW Play, que se destaca por la flamante pantalla de 10” y sus amplias alternativas de conectividad. Tiene conexión con teléfonos (App Connect inalámbrica), descarga de aplicaciones, reproducción de video en alta definición y 10 GB de memoria, además de información del auto y la computadora de a bordo.

Más equipamiento, en la ficha de abajo.

El año pasado, la versión “full” del Polo incorporó el detector de fatiga del conductor y el monitoreo de la presión de los neumáticos, valorados sistemas que suman seguridad. Ya tenía frenos con ABS y distribución electrónica (EBD), controles de estabilidad y tracción, airbags frontales y laterales para cabeza y tórax (cuatro en total), luces antiniebla con función de curva, cámara trasera, frenado después de una colisión, alarma antirrobo, anclajes Isofix y sensores de estacionamiento delanteros y traseros.

Entre los faltantes están las bolsas de aire de cortina (los pasajeros traseros están desprotegidos) y las asistencias a la conducción como el frenado autónomo de emergencia y el control de velocidad crucero adaptativo, tecnologías presentes en el segmento y la marca.

El modelo además se destaca por haber obtenido las cinco estrellas (la nota máxima) de Latin NCAP con el protocolo utilizado en 2017. Las pruebas de choque comprobaron la presencia de una estructura del habitáculo estable. Un logro que brinda tranquilidad.

Sin novedades, utiliza el conocido y probado motor naftero 1.6 con cuatro cilindros y 16 válvulas que genera 110 caballos de potencia y 155 Nm de torque a 4.000 rpm. En el Highline se asocia únicamente con la caja automática con convertidor de par, seis velocidades, modos manual y Sport y levas en el volante (la gama también tiene la caja manual con cinco marchas).

La dirección es eléctrica, la suspensión posee esquemas independiente delantero y semiindependiente trasero y los frenos tienen discos delanteros ventilados y tambores traseros.

El motor ofrece un funcionamiento con respuestas lógicas para su potencia y torque, con su mayor entrega a altas revoluciones y, lógicamente, sin la “explosión” de poder que brindan los propulsores con turbocompresor (presentes en otros modelos de la marca). Se lleva bien con la caja automática, con cambios rápidos y suaves y las prácticas funciones manual y Sport, que estira las revoluciones entre las marchas.

Ofrece aceleraciones razonables y, si el conductor requiere reacciones más enérgicas, debe recurrir al pedal derecho para que la caja baje los cambios necesarios para obtener la mejor respuesta. También se puede recurrir a las levas, prácticas gracias a su funcionamiento rápido. El Polo acelera de 0 a 100 km/h en 11,9 segundos.

Por su parte, el consumo de combustible es lógico en la ciudad, con 10,3 l/100 km, además de necesitar escasos 5,5 l/100 km a 100 km/h y 7,5 litros a 130 km/h, cifras que se combinan con el tanque de 50 litros.

El comportamiento dinámico en la ciudad es adecuado; no es de los autos más blandos y brinda un andar algo firme en los suelos más desparejos, pero sin llegar a incomodar. Además, tiene el despeje suficiente para pasar por cunetas y una dirección muy liviana que facilita las maniobras a bajas velocidades.

Salimos a la ruta y también nos encontramos con un auto agradable para la conducción en línea recta y en curvas, donde obedece al conductor con un muy buen comportamiento que aporta seguridad.

Los frenos, por su parte, se destacaron con los 39,4 metros que necesitaron para detener el auto completamente cuando circula a 100 km/h.

El Volkswagen Polo Highline Tiptonic probado cuesta 3.767.260 pesos, un precio de lista cercano a la primera escala de los impuestos internos. Y ubicado entre los más elevados del segmento, donde también están los Chevrolet Onix, Citroën C3, Fiat Argo, Kia Rio, Peugeot 208, Renault Sandero y Toyota Yaris. La gama además tiene las versiones más básicas MSI (3.264.200) y MSI Tipronic (3.531.400), junto con la deportiva GTS (5.881.550). La garantía, por su parte, es de 3 años o 100.000 kilómetros.

Motor: naftero, transversal, cuatro cilindros en línea, 16 válvulas

Cilindrada: 1.598 cc.

Alimentación: inyección electrónica multipunto

Potencia: 110 CV

Torque: 155 Nm a 4.000 rpm

Caja: automática con convertidor de par, seis velocidades y modo manual

Tracción: delantera

Suspensión delantera: independiente tipo McPherson 

Suspensión trasera: semiindependiente con brazo longitudinal 

Frenos: discos ventilados delanteros y tambores traseros. ABS con repartidor electrónico (EBD)

Dirección: asistencia eléctrica

Neumáticos: 205/50 x 17″

Longitud/ancho/altura/entre ejes: 4057/1751/1466/2565

Tanque de combustible: 50 litros

Capacidad de baúl: 300 litros

Más características técnicas y equipamiento, acá.

Aceleración 0 a 100 km/h: 11,9 segundos

Frenada 100 km/h-0: 39,4 metros

Consumo urbano:  10,3 l/100 km

Consumo a 100 km/h: 5,5 l/100 km

Consumo a 130 km/h: 7,5 l/100 km

 

BARRA NOTAS 3






Por Gastón Vanini

Periodista especializado en industria automotriz.